En Junio de 2019, durante un coloquio con habitantes de Hillbrow, en Johannesburgo, Sudáfrica, un joven tomó la palabra y preguntó qué estábamos haciendo por los chavales que estaban creciendo en el barrio. Sin dejar de reconocer la importancia del proyecto que estábamos llevando a cabo, que buscaba reconocer y celebrar la contribución de mujeres inspiradoras y líderes en la comunidad, el joven preguntó si teníamos intención de enfocar parte de nuestro trabajo a crear espacios para los niños y adolescentes que crecían en un ambiente hostil y cuya idea de masculinidad se veía condicionada por unas exigencias imposibles de cumplir y por un conjunto de referentes contradictorios que les generaban la sensación de estar perdidos.
Recuerdo la mirada de quien entonces era la investigadora principal del proyecto, y quien es ahora mi supervisora de doctorado, la Dra. Katharine E. Low. Con un gesto, ella pareció decirme: Aquí está. La idea de doctorado que hemos discutido, el enfoque en los paradigmas que rigen la masculinidad, tiene sentido. Recuerdo ese momento como uno de los puntos iniciales de mi travesía de doctorado ya que, desde entonces, he estado trabajando con la Dra. Low y con el Dr. Sylvan Baker en la Royal Central School of Speech and Drama de la Universidad de Londres, desarrollando una investigación práctica sobre teatro aplicado y el potencial que este ofrece para analizar y transformar nuestros paradigmas sociales. El teatro aplicado, que es aquel que se hace fuera de las instituciones y espacios teatrales convencionales y que es creado con, por y para diversas comunidades, es una forma de activismo en la que creo profundamente, porque puede ofrecer espacios de encuentro: Facilitar talleres de teatro aplicado con jóvenes, de forma participativa y colaborativa, puede contribuir a tratar temas importantes desde un marco creativo y expresivo, fomentando el intercambio y la colectividad. En momentos en que asistimos a la transformación de nuestras sociedades siguiendo modelos hostiles, individualistas, basados en la producción y el consumo, el teatro puede y debe generar momentos para sentirnos, escucharnos, reconocernos y celebrarnos. Movernos colectivamente en un espacio, reflexionar sobre cómo convivimos y soñar con otras formas de interacción se pueden convertir entonces en actos de resistencia pacífica.
Mi proyecto de doctorado se titula ‘Exploring alternatives to toxic masculinity: Developing a theatrical methodology to challenge macho behaviour in the Spanish social context’ y consiste en una serie de talleres con jóvenes de entre 12 y 24 años en Madrid, con algunas sesiones piloto desarrolladas en Londres y Johannesburgo. Los talleres, desarrollados con el apoyo de la beca de la BritishSpanish Society y la Fundación Cañada Blanch, son una manera práctica, creativa, y participativa de invitar a adolescentes y hombres jóvenes a sesiones de teatro en las que analicemos qué significa ser un hombre, cómo se configura la masculinidad, cuales son nuestros referentes y donde está situado ese ideal hegemónico, y muchas veces nocivo, que tenemos que cumplir. Considero necesario reflexionar sobre los modelos de rigidez, hermetismo, competición y fuerza inquebrantable que motivan gran parte de nuestro ideal de hombre y también sobre los modelos relacionales de los niños y jóvenes, y de qué maneras están aprendiendo a comunicarse, a apoyarse y a cuidarse entre ellos. Creo firmemente que el teatro puede ser una forma de reflexión y transformación que permita encontrar nuevas formas de estar y de construir. Es por ello que la metodología práctica está basada en talleres de movimiento y teatro físico, rap, poesía, comedia, música e improvisación, donde cada aportación individual en nuestros talleres es recibida y donde aspiramos a la co-creación de una pieza de teatro que hable de nuestra experiencia vivida y sobre hacia donde queremos ir.
Si bien los talleres han tenido que ser pospuestos por la pandemia global, siguen siendo oportunos, pues considero urgente desarrollar estrategias de intervención educativa que exploren de qué otras maneras se puede entender la masculinidad, más allá de las alarmantes actitudes misóginas, agresivas y violentas que observo en muchas esferas de nuestra sociedad. Como en toda investigación práctica, no puedo estar seguro de qué voy a encontrar en los talleres con los jóvenes, ni si los modelos de masculinidad hegemónica que identifiquemos pueden ser fácilmente subvertidos, pero considero que es mi deber como activista proponer espacios que permitan a adolescentes y hombres jóvenes conectar con un sentido de comunidad, de creatividad, expresión y reflexión sobre sus propias ideas. Estas oportunidades, quizá, pueden ayudarnos a explorar y consolidar nuevos paradigmas de masculinidad basados en los cuidados, la generosidad y la empatía. Y es en el taller de teatro, en mi opinión un lugar de posibilidades y sueños, donde podemos empezar a construir nuevas formas de relacionarnos y a transformar la realidad en que vivimos.
Gabriel Vivas Martínez
Investigador doctoral y Profesor invitado – Royal Central School of Speech and Drama, University of London.
Editor asistente de RiDE – The Journal of Applied Theatre and Performance.
Gabriel.Vivas-Martinez@cssd.ac.uk
Fotografías por ©Anabelle Moghada