¿Cinturón industrial, edén suburbano o red social? Las múltiples caras de L’Horta Sud

Daniel Beunza
23/06/2025

Injustamente relegada por expertos, académicos y planificadores urbanos a cinturón industrial de València, L’Horta Sud encierra una riqueza y complejidad que escapan a los estereotipos, y que es necesario entender para formular su reconstrucción tras la DANA.

 

En una reciente presentación en Fundación Cañada Blanch —entrevistado por Irene Monsonís— esbocé varias de las múltiples facetas de L’Horta Sud, basándome en visitas y entrevistas etnográficas realizadas entre enero y mayo de este año.

 

Quizás la mayor sorpresa que encontré en mi estudio fue constatar el visionario modelo urbano de Picanya, impulsado por su alcalde Pepe Almenar: arboles, casas de pueblo (como se ve en la imagen), servicios sociales bien articulados, y un claro deseo de preservar los vínculos comunitarios. Este deseable paisaje urbano no es exclusivo a Picanya. Como apunta un agudo observador de la comarca, Francisco Pons Alfonso, hay barrios de Alaquàs que recuerdan, por su arquitectura y atractivo para jóvenes profesionales, al Brooklyn neoyorquino. Lo mismo se puede decir en parte de los cascos antiguos de Massanassa, Alfafar, y otros municipios. L’Horta Sud, desde esta perspectiva, se puede ver como un desconocido edén suburbano a once minutos en tren de la capital.

 

Plaça Major de Picanya, febrero de 2025. Foto: Daniel Beunza.

Plaça Major de Picanya, febrero de 2025. Foto: Daniel Beunza

 

Pese a ello, la comarca arrastra problemas previos a la DANA. Uno de ellos es la percepción de injusticia histórica tras el Plan Sur, con expropiaciones masivas y el aislamiento físico y simbólico respecto a València. Hay cruces de tren peligrosos, carreteras que hicieron de dique en la DANA, y una autovía que conforma el "eterno atasco" de Valencia. Como afirma el sociólogo valenciano Ernest García, tal falta de ordenación del territorio viene de lejos. El geógrafo Joan Romero achaca el problema a la falta de un gobierno metropolitano. Desde esa óptica, L’Horta Sud tiene una ineludible dimensión de cinturón industrial. Pese a la voluntad de muchos activistas, L'Horta perdió huerta para ser destino de infraestructuras contaminantes que la ciudad de València necesitaba, pero no quería albergar.

 

En la actualidad, y volviendo a la reconstrucción, hay una palpable frustración con la rigidez y lentitud administrativa en la concesión de ayudas, pago de compensaciones, aprobación de solicitudes, etc. Frente a ello, varios miembros de la sociedad civil como voluntarios, Alcem-se o Amancio Ortega, han asumido parte del esfuerzo de reconstrucción. La Fundació Horta Sud y especialmente su director, Julio Huerta, han desarrollado una reconocida campaña de ayuda a las asociaciones comarcales. Y afortunadamente, la frustración social, lejos de quedar silenciada, se está articulando a través de la movilización política, como son los Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción empezando por el de Parque Alcosa.

 

Pese a su diversidad, todas estas iniciativas comparten un profundo cambio en la manera de concebir la recuperación post-desastre: el giro hacia la resiliencia comunitaria.

 

El politólogo Daniel Aldrich, quizá su mayor referente teórico, la define como la capacidad de una comunidad para recuperarse de un desastre no solo mediante infraestructuras físicas o recursos económicos, sino sobre todo gracias a su capital humano. En ese sentido, L'Horta Sud ha sido la cuna del movimiento cooperativista valenciano en los 1970s, dando lugar a Consum, Caixa Popular, o Florida Universitaria. La comarca, desde esta óptica, puede verse como una gran red social: un entramado de fallas, bandas musicales, entidades deportivas y asociaciones empresariales que atesoran capital social y facilitan la ayuda mutua.

 

Por ello, la reconstrucción de L’Horta Sud ha de evitar reducir la comarca a cinturón industrial. Es hora de poner en valor su atractivo entorno urbano y su dinamismo asociativo. Estas facetas se pueden potenciar con innovación y flexibilización administrativa, así como abriendo nuevas fórmulas de colaboración entre gobierno y sociedad civil. También plantea la necesidad de articular los ideales progresistas sin depender exclusivamente de la burocracia estatal.

 

En definitiva, conocer L’Horta Sud —su historia, identidad y tejido social— es fundamental para entender los retos y posibilidades que plantea la reconstrucción. Redescubrirla tras la DANA es también una oportunidad para repensar qué tipo de sociedad queremos construir en la Comunidad Valenciana.

 

 

 

Vídeo completo del Diálogo Cañada Blanch