"El Proceso Creativo" por Juan Viña

Presidente de Fundación Cañada Blanch
28/07/2025

La creatividad es la busca innata de la originalidad. Y como nos indica Edward O. Wilson en su libro Los orígenes de la creatividad ésta es el rasgo único y definitivo de nuestra especie y su objetivo es comprendernos a nosotros. La ciencia y las humanidades son complementarias en el proceso de conseguir la originalidad. La órbita de la ciencia es descubrir todo lo que se pueda del universo; el dominio de las humanidades es todo lo concebible para la mente humana.

 

Un libro seminal sobre el acto de la creación y de gran impacto en la cultura del siglo XX es el publicado por Arthur Koestler en 1964 con el título The act of creation. En este libro se describen las tres fases del proceso creativo, que son la fase lógica, la fase intuitiva y la fase crítica. La esencia de la investigación es formularse preguntas que vale la pena contestar, obtener datos de valor estratégico y ante ellos, la mente conecta ideas de forma sorpresiva que es como un fogonazo donde surge la creación. Después viene la valoración crítica de los hechos, entenderlos, comprobar su veracidad y utilidad. En el caso de la creatividad científica el último eslabón es la reproductibilidad. Pero en esta fase de valoración crítica hay un error que jamás debe ser cometido y es el de enamorarse de las propias ideas. Esto nos lleva a comentar los rasgos de personalidad de las personas creativas, entre los que destacan: la inteligencia, la imaginación, la audacia, el tomar riesgos, el ser apasionados y evitar a la gente aburrida. La pasión es el motor de la constancia, del esfuerzo y el de no darse por vencido nunca. Si te caes, te levantas y continuas.

 

Una época se caracteriza más por las preguntas que se formula que por la extensión de sus conocimientos. Cada periodo tiene sus paradigmas, que son sistemas unitarios que engloban todo lo que se conoce de un tema en un momento determinado, pero siempre hay nuevos paradigmas de creatividad que rompen con lo establecido con anterioridad en cualquier campo profesional. Pongamos dos ejemplos en dos áreas diferentes: el deporte y la medicina. El cambio que popularizó Dick Fosbury en las Olimpiadas de 1968 al utilizar en el salto de altura de espaldas al listón en vez de lo clásico del salto en tijera o las del rodillo costal y ventral. En la actualidad los atletas sólo usan el “salto Fosbury” porque es el método que deja menos espacio entre el centro de gravedad y la barra y lo hace más eficiente. Esto le valió obtener un récord mundial y la medalla de oro de las olimpiadas. El caso de la medicina es el referente a la etiología de las úlceras de estómago. Hasta el principio de la década de los ochenta del siglo pasado, se pensaba que además de la ingesta de fármacos dañinos para la mucosa del estómago, el estrés era la gran causa de la aparición de las úlceras. En 1983 Barry J. Marshall y Robin Warren publican que la bacteria H. Pylori es la causante de la úlcera de estómago y con este nuevo paradigma revoluciona el tratamiento de las úlceras de estómago y se descarta el estrés como agente causal. Esto le valió a los dos autores el Premio Nobel de Medicina en el 2005.

 

En la actualidad estamos en el debate del proceso creativo y la inteligencia natural vs la artificial. Como hemos visto los humanos nos formulamos preguntas muy interesantes, innovamos, tenemos la capacidad de la abstracción y resolvemos problemas de forma imaginativa. La inteligencia artificial puede generar contenido en ciertas áreas del saber cómo la medicina, el arte y la música, pero “su creatividad” se basa en patrones aprendidos y no posee nuestra intuición. En la actualidad la inteligencia artificial es una herramienta. Probablemente a los ocho tipos de inteligencias que describe Howard Gardner, la lingüística, la lógica-matemática, la musical, la especial, la corporal-kinestésica, la interpersonal, la personal y la naturalista, tendremos que añadir la de la capacidad de entendernos con las máquinas. Este mismo autor dijo una frase muy provocadora en una entrevista: “quizás el “Homo sapiens” sólo sea un capítulo en la historia del planeta”. Si es verdad, nos enfrentamos a un ejercicio de humildad colectivo.

 

Juan Viña Ribes

Presidente de Fundación Cañada Blanch